COMPLICE DEL ROBO DE BANDERAS

Suite101 23,11,2009



Violento fin de semana en el fútbol argentno
Se registraron incidentes en dos de los ocho partidos de la jornada
23-nov-2009 Guido Emmanuel D' Estefano

Las previas de los clásicos entre Newell's-Rosario Central y Huracan-San Lorenzo fueron el escenario para el enfrentamiento entre hinchas y la policía.



lLa violencia es un mal que aqueja al fútbol argentino desde hace años. Pese a los intentos de frenar el poder de las barras bravas en las instituciones, cada vez es más frecuente que se registren enfrentamientos entra las parcialidades y la policía.

La jornada número quince del Torneo Apertura del fútbol argentino abría un alerta a los organismos encargados de la seguridad de los espectáculos deportivos. El titular de la Subsecretaría de Seguridad de Espectáculos, Pablo Paladino, dispuso dos enormes operativos policiales para evitar que se produjeran incidentes en los dos partidos más calientes de la fecha. Sin embargo, nada pudo frenar los incidentes que se produjeron en el clásico rosarino entre Newell's-Rosario Central y el disputado en la Capital Federal entre Huracán y San Lorenzo de Almagro.

Todo por una bandera
En octubre de 2002, la barra brava de Huracán le robo de las instalaciones todas las banderas a su archirival San Lorenzo de Almagro. Se pudo constatar que habían ingresado con la complicidad del anterior presidente de la institución azulgrana, Fernando Miele, y sustraer la totalidad de las banderas ubicadas detrás de la platea norte del estadio Pedro Bidegain. De allí en adelante, cada encuentro que se disputo entre los dos equipos estuvo marcados por la violencia.

En esta oportunidad ambos conjuntos se enfrentaban en el estadio Tomás Ducó, donde es local Huracán. Minutos antes de que comenzara el encuentro, la barra local ingreso por una de las bocas laterales exhibiendo uno de los trapos azulgranas sustraídos en ese entonces. Los de San Lorenzo reaccionaron inmediatamente e intentaron en una primera oportunidad romper el alambre detrás del arco, para luego tratar de romper la reja que separa la tribuna visitante de la platea local.

La policía ubicada en ese sector intentó frenarlos, pero fue en vano. El avance se hizo inminente hasta que apareció la guardia de infantería provista de escudos y palos de largo alcance. Cuando la situación se tornó insostenible para el jefe del operativo, ordenó lanzar balas de goma y gases lacrimógenos para dispersar a la multitud enardecida. Hubo dos hinchas con lesiones severas y diecinueve policías tuvieron que ser atendidos por el SAME.




Sergio Pezzota, árbitro del encuentro, decidió suspender el clásico momentáneamente hasta que la tensión bajara. Finalmente, tras 27 minutos de atraso, el encuentro se jugó y el visitante ganó el encuentro por 2 a 0.

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