Abramos la cancha, 27/07/2010
A una década del pacto fantasma
Por Juan Pablo Varsky
En julio de 1999, el fútbol argentino estuvo cerca de la revolución. A las 10 AM del martes 20, se reunieron en el predio de Ezeiza los presidentes de los veinte clubes de primera, representantes del ascenso y de las ligas del interior. Evaluaron el Plan de Modernización elaborado por la consultora Inmark, que promovía cambios estructurales. Entre las medidas figuraban el retorno a los campeonatos largos y un estricto control de la AFA de las finanzas de los clubes. Hace diez años, le debían a la Asociación del Fútbol Argentino 40.000.000 de pesos-dólares. También se debatió incorporar las sociedades anónimas deportivas, impulsadas por Mauricio Macri y Fernando Miele, presidentes de Boca y San Lorenzo, respectivamente. El modelo de las asociaciones civiles sin fines de lucro fue enfática y exitosamente defendido por Raúl Gámez y Emilio Chebel, respectivos presidentes de Vélez y Lanús. Hoy, sus clubes siguen siendo ejemplares. Mientras tanto, Miele espera para el próximo agosto el comienzo del juicio oral y público en su contra por defraudación y administración fraudulenta.
Finalmente, no hubo grandes cambios tras la cumbre de Ezeiza. Se acordó la presentación obligatoria de un presupuesto anual ante una comisión de profesionales a cargo de la AFA que haría controles trimestrales. En caso de irregularidades, se castigaría a los clubes con multas, quita de puntos y descenso de categoría. Los dirigentes quedaron exentos de responder con su patrimonio ante eventuales quebrantos. Como única medida deportiva, se impuso la aún vigente promoción. Edgardo Valente, dirigente de Estudiantes, advirtió sobre la dependencia de los grupos empresarios. Eduardo López, presidente de Newell´s, pidió que los dirigentes respondieran con sus bienes en caso de comprobarse malversación de fondos. La gran mayoría de los directivos solicitó un aumento de honorarios por derechos de televisación: “Mientras los clubes europeos tienen como principal ingreso el dinero de la TV, nosotros dependemos de la venta de futbolistas”.
Un día después, habló Julio Grondona. “Así no se podía seguir. Un montón de clubes en convocatoria de acreedores, otros en quiebra. La AFA ya les dio mucho dinero a los clubes. Deberán ajustarse a un presupuesto y habrá castigos deportivos y económicos para los que incurran en desajustes. Si este sistema de control no se cumple, en un año me voy”, fueron sus palabras. El Tribunal de Cuentas de la AFA es integrado por un presidente, cuatro vocales titulares y cuatro suplentes. Debe exigir a los clubes afiliados la remisión de sus balances anuales certificados por contador público nacional. También puede realizar auditorías contables en las instituciones afiliadas a la AFA a solicitud del Comité Ejecutivo o de la Honorable Asamblea. Este Tribunal existe pero no funciona. En estos diez años, no hubo castigos deportivos por desfases económicos. Grondona sigue en su cargo.
A una década del pacto fantasma
Por Juan Pablo Varsky
En julio de 1999, el fútbol argentino estuvo cerca de la revolución. A las 10 AM del martes 20, se reunieron en el predio de Ezeiza los presidentes de los veinte clubes de primera, representantes del ascenso y de las ligas del interior. Evaluaron el Plan de Modernización elaborado por la consultora Inmark, que promovía cambios estructurales. Entre las medidas figuraban el retorno a los campeonatos largos y un estricto control de la AFA de las finanzas de los clubes. Hace diez años, le debían a la Asociación del Fútbol Argentino 40.000.000 de pesos-dólares. También se debatió incorporar las sociedades anónimas deportivas, impulsadas por Mauricio Macri y Fernando Miele, presidentes de Boca y San Lorenzo, respectivamente. El modelo de las asociaciones civiles sin fines de lucro fue enfática y exitosamente defendido por Raúl Gámez y Emilio Chebel, respectivos presidentes de Vélez y Lanús. Hoy, sus clubes siguen siendo ejemplares. Mientras tanto, Miele espera para el próximo agosto el comienzo del juicio oral y público en su contra por defraudación y administración fraudulenta.
Finalmente, no hubo grandes cambios tras la cumbre de Ezeiza. Se acordó la presentación obligatoria de un presupuesto anual ante una comisión de profesionales a cargo de la AFA que haría controles trimestrales. En caso de irregularidades, se castigaría a los clubes con multas, quita de puntos y descenso de categoría. Los dirigentes quedaron exentos de responder con su patrimonio ante eventuales quebrantos. Como única medida deportiva, se impuso la aún vigente promoción. Edgardo Valente, dirigente de Estudiantes, advirtió sobre la dependencia de los grupos empresarios. Eduardo López, presidente de Newell´s, pidió que los dirigentes respondieran con sus bienes en caso de comprobarse malversación de fondos. La gran mayoría de los directivos solicitó un aumento de honorarios por derechos de televisación: “Mientras los clubes europeos tienen como principal ingreso el dinero de la TV, nosotros dependemos de la venta de futbolistas”.
Un día después, habló Julio Grondona. “Así no se podía seguir. Un montón de clubes en convocatoria de acreedores, otros en quiebra. La AFA ya les dio mucho dinero a los clubes. Deberán ajustarse a un presupuesto y habrá castigos deportivos y económicos para los que incurran en desajustes. Si este sistema de control no se cumple, en un año me voy”, fueron sus palabras. El Tribunal de Cuentas de la AFA es integrado por un presidente, cuatro vocales titulares y cuatro suplentes. Debe exigir a los clubes afiliados la remisión de sus balances anuales certificados por contador público nacional. También puede realizar auditorías contables en las instituciones afiliadas a la AFA a solicitud del Comité Ejecutivo o de la Honorable Asamblea. Este Tribunal existe pero no funciona. En estos diez años, no hubo castigos deportivos por desfases económicos. Grondona sigue en su cargo.
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